El frío, inherte, que se cuela por mi ventana; atraviesa las sábanas y mi ropa, se cuela por cada agujero y penetra en mis huesos. Duele.
Duele cada una de las articulaciones. Ambas rodillas, ambos tobillos. No sé cómo entrar en calor y concebir el sueño.
Sueño. Tu cuerpo trata de acercarse, acurrucarse en este lecho de amor. Darme calor.
Calor que con frío se convierte en un tremendo escalofrío. Escalofrío de añoranza y de ternura, de un juego de locura. Locura y pasión.
Pasión desenfrenada que necesito, de robarte un beso y acaricio; sí, sin miradas ni ruidos. Sin temores ni fríos. Acaricio tu cuerpo así dormido, acurrucado junto al mío.
Se me va el frío.
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